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das Mystische 2.1

Instalaciones

En el fondo, esto puede sucederle a cualquiera. Se trata simplemente de objetos cotidianos idénticos en principio a otros objetos cotidianos, pero destinados en este caso a un uso distinto. ¿Por qué estos objetos quedan transfigurados al ser convertidos en obras de arte? ¿En qué se diferencian a pesar de ser prácticamente similares? ¿Cual es el por qué de esa diferencia cuando, en el fondo, se trata de objetos semejantes? La empleada de la limpieza de la galería Tate Britain que hace unos días se encontró de frente con Recreation of the first Public Demostration of Auto Destructive Art, la instalación de Gustav Metzger creada en 1959 e incluida ahora en la exposición Arte y los sesenta: así fue el mañana, no estaba preparada para responder a estas preguntas; lo suyo era mantener limpia la sala del museo londinense donde se expone dicha instalación y así lo hizo. Como tantas otras veces recorrió el pasillo cargada con un objeto esencial y determinado pero a la vez demasiado reconocible, demasiado familiar. Desde el momento en que observó aquella bolsa de plástico llena de periódicos y cartones viejos supo que su destino final era el contenedor de la basura.

En sus Lecciones y conversaciones sobre estética, psicología y creencia religiosa de 1938, Ludwig Wittgenstein apunta una definición muy propia de su estilo persuasivo, definición que sienta las bases de lo que el filósofo austriaco entiende por estética. Sé exactamente -explica Wittgenstein- lo que sucede cuando alguien que entiende mucho de costura va al sastre, sé también lo que sucede cuando va alguien que no entiende nada de costura: qué dice, cómo actúa, etc. Eso es estética. La estética de Wittgenstein no es propiamente una estética, si no más bien filosofía de Wittgenstein. El arte -como señala Isidoro Reguera en la Introducción a la edición en castellano de las citadas Lecciones- sería una práctica; la estética, un lenguaje-objeto sobre esa práctica; y la filosofía, un metalenguaje sobre ese lenguaje. Wittgenstein se sitúa siempre en este metalenguaje ayudándonos a pensar de manera diferente y a plantear los problemas desde otra perspectiva; a aclarar los espacios oscuros más allá de esencialismos y conceptos absolutos. La explicación estética, para Wittgenstein, no es más que descripción de conductas, acciones y reacciones (la reacción de la empleada de la limpieza, por ejemplo), porque en la mayoría de las ocasiones, a pesar de nuestros esfuerzos, resulta imposible hablar de arte. La persona que entiende mucho de costura y acude al sastre con frecuencia (la persona habituada a preguntarse cuándo se produce el arte) conoce a la perfección las reglas del juego de esa práctica social determinada; con relación a esas reglas edificará la escala de referencias y de juegos lingüísticos que le unen a la misma, sintiéndose cómoda dentro de los límites de un edificio que conoce a la perfección. El extraño al juego, en cambio, se comportará de manera distinta a cómo habla o actúa el experto en costura (el especialista en arte) en las mismas circunstancias o ante los mismos objetos. El contenido de las afirmaciones, el valor de las posibles contradicciones, la repetición o la infinidad de posibilidades, carecerán de la menor importancia. Dentro del juego, dominando las reglas, suceden ciertas cosas; fuera de él, sencillamente, otras dispares.

La creación continua del lenguaje y de la vida humana también incluye, como no podía ser menos, el juego del trabajo y de la supervivencia; en este juego se encontraba la empleada de la limpieza cuando se cruzaron en él las reglas de un juego diferente. Aquella bolsa de plástico formaba parte de la instalación y, por tanto, trataba sobre algo, portaba en sí misma un contenido o significado, encarnaba en sí misma y en compañía de los objetos de la instalación su propio significado. Arthur C. Danto considera que, sin estas condiciones, sería prácticamente imposible imaginar qué aspecto podría tener la definición de arte. Lástima que la empleada de la limpieza desconociera las reglas de un juego repleto de tentativas y débiles aproximaciones. Sin duda alguien debió de facilitarle, junto con los útiles de limpieza y las tareas de la jornada, un ejemplar de La transfiguración del lugar común. Sin él resulta ciertamente difícil, si no imposible, diferenciar una bolsa de plástico llena de periódicos y cartones viejos de una bolsa de plástico llena de periódicos y cartones viejos.

2 comentarios

ivan -

hola
efectivamente las reglas que indica que es o no arte son más amplias que solo el museo (espacio), actualmente mi interes en cuanto a el arte contemporaneo tiene que ver casualmente más en lo que no lo hace arte más que en lo que lo hace, me parece que aun que existen muchas obras de gran valor conceptual, tambien me parece que el uso de conceptos esta sirviendo como pretexto para la ambiguedad no requerida y el trabajo mediocre.
Me parece que algunas obras y artistas que las producen dejan con mucha facilidad a los espectadores sin asideros para entender la obra, por ponerlo de manera sencilla, cuantas obras conceptuales no se encuentra uno que si se va uno a un libro o a una entrevista con el autor surge toda una definición y explicación del trabajo, pero al ver la obra tal explicación no esta a la mano, en este juego no se pierde y se deja a la obra desprovista de valor al no tenerse el sentido (muchas veces escrito) de la misma?

ivan -

Es interesante la acción realizada por la empleada de la limpieza ya que si ser una acción artisticamente premeditada, abre toda una discusición sobre los limites del arte actual, efectivamente mucho del juego del
arte esta contenido en saber las reglas para poder jugarlo, si entra uno a un museo puede estar seguro que
lo que encontrara es "arte", el espacio legitima los objetos en su interior, pero aun con esta legitimación por parte del espacio (aunque no solo de el) no elimina de los objetos (en este caso una bolsa de basura) sus multiples significados, finalmente una bolsa de basura es una bolsa de basura aun que este dentro de un museo.